El miedo a los exámenes no es irracional, pero el tamaño de este miedo sí puede serlo. El reto de enfrentarse a una prueba en una situación en la que alguien se juega en mayor o menor medida su futuro requiere concentración máxima. Por tanto, cierto grado de tensión es positivo porque sirve para mantener activas las facultades intelectuales, físicas y emocionales, además de mejorar el rendimiento. El problema aparece cuando la tensión se convierte en ansiedad y la persona se deja vencer por la conciencia de que algo trascendente va a ocurrir y no tiene la seguridad de estar bien preparada. Se suceden pensamientos que cobran fuerza, como la posibilidad de que no se haga justicia, el temor a las reprimendas o al ridículo y el miedo a no conseguir las metas propuestas en el plazo previsto. Esta conciencia pasa a ocupar un primer plano en nuestra mente y desplaza incluso a los conocimientos cuyo dominio se debe probar. El examen se convierte así en un momento amenazante, que se vive antes, durante y después como algo insuperable y peligroso, y al que se otorga una importancia exagerada.
¿Cómo se manifiesta?
Tanto si se sufre la ansiedad de manera anticipada, es decir, en el momento del estudio previo, o durante el examen, un episodio o situación de ansiedad se identifica:
- En el estado físico: se sufren alteraciones del sueño, pérdida del apetito, trastornos digestivos, náuseas, opresión en el pecho, sensación de que no llega el aire a los pulmones y de que músculos se paralizan, taquicardia, calambres y sudor frío.
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- En la conducta: aparecen dificultades para mantener la concentración. La persona se deja vencer por la pasividad (puede pasarse horas viendo la tele, deambulando por la casa, durmiendo, haciendo visitas al frigorífico...), y malgasta horas delante de los libros sin apenas leer. Ambas conductas son signos de evasión que pueden conducir a que al final el estudiante no se presente al examen, o que si lo hace se siente pasivo ante él.
- En el rendimiento intelectual: se corre el riesgo real de sufrir dificultades para entender las preguntas, de sentir bloqueos de la memoria e incapacidad para recordar conocimientos que se poseen. Durante minutos se suceden toda clase de pensamientos negativos: "no me va a dar tiempo", "soy incapaz de estudiármelo todo", "tengo menos capacidad que otros", "voy a suspender seguro", "yo no valgo para esto", "qué bien viven los que no tienen que estudiar", "esta carrera no la acabo yo", "voy a hacer el ridículo"... ideas que se potencian en la mente de la persona afectada.
¿Por qué se produce?
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- Experiencias anteriores negativas de bloqueo o de no haber podido recordar cosas que se consideraban aprendidas.
- Pensamientos negativos u otras preocupaciones de la persona ajenas al estudio (esto ocurre cuando se ha preparado bien el examen).
- Cavilaciones sobre las consecuencias negativas que puede tener hacer mal un examen se hace muy fuerte.
- Comparaciones con otros compañeros o compañeras.
- La inadecuada organización del tiempo, a no haber preparado bien el examen o no haber distribuido bien los tiempos de preparación, lo que provoca que se dejen temas importantes para última hora.